¿REFORMISTAS?

Los bajacalifornianos conocemos bien la historia de la UABC. Nacida hace más de 50 años como una esperanza para los padres de familia, que no veían oportunidades de estudio para sus hijos en el estado y había que sacrificarse para enviarlos a estudiar al interior del país, no tardó mucho en convertirse en botín político del gobierno en turno. Recuerdo aquellos años 70´s y anteriores cuando en el contexto nacional de un gobierno del PRI en plena decadencia y descomposición, la Universidad, a pesar de ser una joven institución, era un fiel reflejo de ese gobierno que la controlaba a su conveniencia y antojo. Porrismo, influyentismo, corrupción y malos manejos era lo común, lo normal. El rector era designado directamente por el gobernador e incluso el partido en el poder hacía acuerdos con él para que  nombrara un rector de Tijuana, cuando el gobernador era del grupo de Mexicali y viceversa. Si el presidente nombraba al gobernador, ¿por qué no podría el gobernador nombrar al rector?

Sería muy largo describir cómo era la Universidad en aquel entonces, pero fue tal la descomposición que al final de la década de los 70´s hizo crisis. Los estudiantes, trabajadores y académicos se rebelaron en algunas escuelas y se originó un conflicto mayúsculo que rebasó al rector y que hizo intervenir al gobierno en turno. El gobernador tuvo que echar mano de los grupos de porros que tenía formados al interior de la Universidad y junto con la Policía Judicial de aquel entonces, se encargó de reprimir y sofocar cualquier manifestación de inconformidad. El gobierno no podía perder el control de la Universidad, sobretodo porque era una de sus “cajas chicas” con las que financiaba entre otras cosas, las campañas políticas del PRI. Así transcurrió casi toda la década de los 80's.


Con los gobiernos panistas, quizás por nuevos o por cuidadosos de las formas, cesó la intervención del Gobierno del Estado en los asuntos internos de la Universidad, y de cierta forma se acabó el desvío de recursos del presupuesto de la UABC para financiar campañas políticas, aunque el daño ya estaba hecho y el rezago era enorme.

Hubo una nueva etapa de aletargamiento que pronosticaba una nueva crisis en la Universidad. El crecimiento era poco y la demanda de la sociedad iba en constante aumento; los espacios y la calidad de la enseñanza en la Universidad no satisfacían los requerimientos de una pujante economía regional, ni iban a la par con las exigencias de los jóvenes egresados de las preparatorias y las de sus padres, que veían con impotencia, cómo se quedaban sus hijos fuera de la Universidad.


Fue el boom de las universidades privadas y las “patito”. Ejemplo contundente es el caso de Ensenada: Por décadas, los jóvenes no tenían más opciones que las escuelas de ciencias marinas y biológicas o la escuela de contabilidad y administración. Para estudiar carreras como medicina, derecho, comunicación, psicología, sociología, arquitectura, idiomas, arte o deportes, tenían que salir de la ciudad o inscribirse en alguna escuela privada. Ambas opciones con severas repercusiones en el presupuesto familiar. En muchos de los casos la única opción era no estudiar por no tener posibilidades . ¿ Cual equidad o posibilidad remota de estudiar?


No fue hasta la que hoy se conoce como la “era Mungaray”, que la situación cambió. De hecho hoy se distinguen en la UABC las etapas de “antes de Mungaray” y “después de Mungaray”. Los datos y las cifras están allí para quien las quiera revisar: Con Alejandro Mungaray y Gabriel Estrella, ha habido un crecimiento sin precedentes en infraestructura y espacios universitarios; un aumento considerable en la oferta educativa; creación de nuevas carreras; convenios con universidades de otros países, movilidad estudiantil, acreditación de programas y reconocimiento a la excelencia; posicionamiento de la UABC entre las mejores del país, etc.


Allí están las evidencias: Valle Dorado y San Quintin en Ensenada; Valle de las Palmas y Rosarito en Tijuana-Tecate; Guadalupe Victoria , San Felipe y Cd. Morelos en Mexicali.


La matrícula nunca había crecido tanto en la historia de la UABC como en la era Mungaray-Estrella, lo cual permite que hoy existan oportunidades de acceso a la educación superior que jamás se hubieran generado, si quienes controlaban la Universidad antes de 2003 y que ahora se quieren presentar como los próceres del cambio, hubieran seguido dirigiendo a nuestra institución. Su poca preocupación por responderle a la sociedad bajacaliforniana y particularmente a sus jóvenes, se aprecia cuando se revisan las cifras de la matrícula: en 12 años (1990-2002) apenas aumentó en 7600, mientras que en la era Mungaray-Estrella, se abrieron más de 21,000 lugares en sólo 8 años.

Hoy esos reaccionarios que quieren volver al nefasto control de antes, aliados a los intervencionistas que con fuertes intereses políticos atacan a la Universidad desde afuera, pretenden hacernos creer que son “reformistas” y que luchan contra los supuestos conservadores o "continuistas". NO NOS ENGAÑAN. Son ellos los que representan ese pasado al que añoran volver: los Reaccionarios.


Los verdaderos Reformistas son los que a partir de la era Mungaray han cambiado a nuestra Universidad para bien, convirtiéndola en un orgullo para todos los bajacalifornianos y en una satisfacción para los ciudadanos, en especial para los padres de familia que vemos y entendemos que finalmente hay un horizonte prometedor en la educación universitaria de nuestros hijos. La Junta de Gobierno tiene que entender que se debe continuar con esa reforma en desarrollo y no volver al pasado, no volver a poner a nuestra Universidad en manos de los Reaccionarios.