jueves, 9 de diciembre de 2010

LA EMBESTIDA DE LOS DINOSAURIOS.

La Universidad Autónoma de Baja California, nuestra Universidad, está en serio peligro. Los dinosaurios, que  hoy sienten  que lo pueden todo y con todo, han iniciado una acometida tan burda como descarada en contra de la Universidad, que pone en riesgo la estabilidad de la institución.
Se trata de recuperar el botín perdido. Pero también de cobrar cuentas pendientes. Los dinosaurios  no olvidan y jamás perdonarán que Guadalupe Osuna Millán les haya ganado  la gubernatura del estado, sirviéndose, entre otras cosas, de haber  utilizado como una de sus banderas, el que fue  uno de los principales logros de su antecesor Eugenio Elorduy: La  consolidación de  la educación pública superior  en la entidad. Cuando Gobernador, Elorduy  no escatimó recursos para apoyar la administración de Alejandro Mungaray y nunca ocultó su satisfacción por el rápido crecimiento y los grandes avances sin precedentes logrados en la Universidad, convertida en importante factor de desarrollo y estabilidad social en el estado.
La excelencia que alcanzó la Universidad, posicionándose como una de las mejores universidades públicas de México, influyó de manera determinante en el ánimo de muchos bajacalifornianos, que tuvieron la percepción de que el gobierno, al menos en el sector educativo, estaba haciendo las cosas bien y contribuyó por lo tanto, a que el elector le refrendara al PAN su voto de confianza.
No se pueden arriesgar otra vez. Es todo un plan, tan cuidadosa y anticipadamente elaborado que cuenta con sus operadores en todo el estado, dentro y fuera de la Universidad.
Es por eso que ya cocinan reformas a la Ley Orgánica de la Universidad, para limitar su facultad de autodeterminación y permitir la injerencia y control externos en asuntos de competencia exclusiva de los Universitarios, tales como la conformación de la Junta de Gobierno y el nombramiento del rector, lo que a su vez repercute en las designaciones de vicerrectores y directores de las unidades académicas. Los promotores de esta acometida, visibles en el exterior,  tienen sus aliados dentro de la Universidad. Ya ellos han mostrado su servidumbre, con la promesa algunos y la esperanza otros, de obtener beneficios a cambio. Con la consigna de oponerse sistemáticamente a continuar  por el camino trazado porque es malo por sí mismo, aún cuando los resultados hayan sido magníficos, se han dedicado a planchar el camino de la supuesta reformación, para que se nombre un rector acomodaticio, presto a someterse a los poderes fácticos, restituyéndoles aquello que por ocho años  han perdido: El control de la Universidad.

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