viernes, 24 de diciembre de 2010

LO QUE LA HISTORIA DICE

Gerardo Farfán
gerfarfan@hotmail.com

Cuando la memoria biológica, ya sea por efecto de la edad o por conveniencia, deja de funcionar, es una suerte que haya personas que se preocuparon por registrar, de forma permanente,  cómo se dieron los hechos pasados, de manera que  cuando los procesos presentes aparentemente se traban, se pueda recurrir  a formas que en el pasado funcionaron, especialmente si funcionaron para aquellos que hoy  dicen desconocer cómo se resuelven situaciones “inéditas”.
Hace cinco años, Rubén Castro Bojórquez, ex -rector de  la UABC escribió en su interesante  y revelador libro “Las Sucesiones Rectorales En La UABC, 1957-2006” (UABC, 2005) una precisa descripción de cómo fueron los nombramientos de los rectores,  Luis Lloréns y Luis J. Garavito por parte de la Junta de Gobierno. El Arquitecto Castro Bojórquez nos brindó así una excelente oportunidad de saber que efectivamente es  posible y totalmente factible que una Honorable Junta de Gobierno actúe con responsabilidad e institucionalidad.
Luis Lloréns Báez, en aquel entonces Maestro en Ciencias, se registró como candidato a rector en medio de un ambiente de turbulencia en el que se involucró el escenario político que en ese año se vivía en el estado. Se especulaba la posible intervención del gobernador Ernesto Ruffo, primer gobernador no priísta, en la designación de un rector con simpatías hacia el PAN. De igual manera se comentaba de la posible intervención del Dr. Ernesto Zedillo, por encargo del presidente Salinas de Gortari. Adicionalmente se decía que el rector Buenrostro buscaría heredar el cargo a alguien de su equipo.
En los diarios de aquella época se hacían comentarios como: “Ya comienzan los movimientos de los diversos grupos interesados. El rector busca heredar el cargo a alguien de su equipo”. “Muchos priístas consideran a la UABC como uno de los últimos dominios del priísmo y no están dispuestos a perderlo”. “El Dr. Ernesto Zedillo se reunió con distinguidos universitarios quienes le entregaron un documento donde se plantea la situación actual de la Universidad”.
En una encuesta entre 325 estudiantes y maestros, se mencionaron nueve posibles candidatos a rector y ninguno de ellos era Luis Lloréns Báez.
En medio de un proceso lleno de sorpresas e inconformidades hacia la Junta de Gobierno, ni los  inconvenientes políticos,  las presiones externas y el riguroso actuar de la Junta de Gobierno, pudieron impedir que se nombrara a Luis Lloréns para el puesto de rector. Aunque se tuvo que recurrir a dos sucesivas votaciones donde el resultado era invariablemente el mismo: seis votos para Luis Lloréns y cinco votos para Luis J. Garavito. En una última votación, la junta llegó al acuerdo de nombrar por unanimidad al candidato que tenía la mayoría de los votos: el M.C. Luis Lloréns Báez.
El caso del nombramiento de Garavito es igualmente interesante.
Cuando Luis Lloréns tiró la toalla, para irse a residir al Distrito Federal nueve meses antes de terminar su encargo,  haciendo a un lado lo dicho en su discurso de toma de protesta, donde entre otras cosas manifestó que: “El esfuerzo a realizar en el futuro inmediato estará centrado  sobre todo, en fomentar el compromiso y el amor por la universidad y por la tierra a la que la institución se debe”, se actualizó el supuesto establecido en el Estatuto General de la Universidad, que señala entre otras cosas, en su artículo 35,  la obligación de la Junta de Gobierno para que en caso de renuncia del rector, haga la designación del nuevo rector en un plazo no mayor de treinta días.
La junta de Gobierno actúo sabiamente, según las propias palabras del Arq. Castro Bojórquez, cuando en un hecho sin precedente, el día 6 de diciembre de 1994 a las 11:00 horas recibió la renuncia del rector Lloréns; a las 12:00 designó a Garavito como nuevo rector y a las 17:00 horas de ese mismo día le tomó la protesta. El proceso de designación de rector que normalmente requiere de dos meses como mínimo, se desarrolló en el término récord de cinco horas.
Según el Arq. Castro Bojórquez estos hechos y sus acciones fueron de las decisiones sabias de la Junta de Gobierno, que han permitido que la UABC haya conservado por muchos años su estabilidad y clima de tranquilidad, que tanto requiere para su desarrollo armónico una institución de educación superior. Lo anterior permite suponer que Luis Lloréns imprudentemente puso en riesgo la estabilidad  y clima de tranquilidad de la Universidad, cosa que afortunadamente la Honorable  Junta de Gobierno supo resolver en su momento.
La reseña que el Arq. Castro Bojórquez nos narra, permite conocer que no es verdad que la situación que se presenta hoy en la Universidad es inédita, como se han cansado de repetir los esbirros de Luis Lloréns y Garavito. La situación del empate técnico 6-5 ya se ha presentado anteriormente y la Junta de Gobierno lo ha sabido resolver sabiamente.
La experiencia  histórica y la simple lógica señalan que ante un empate técnico, anteponiendo el interés de la Institución y dejando a un lado los intereses personales, debe prevalecer la decisión de la mayoría simple. De otra forma será imposible destrabar el problema; a menos que todo esto se trate de nuevamente poner en riesgo la estabilidad y el clima de tranquilidad de la Universidad.
No debiera ser difícil para Lloréns y Garavito -si en verdad no saben como destrabar el proceso- ser consecuentes y aplicar las mismas reglas que se aplicaron cuando ellos fueron designados rectores.

El problema es que para el denominado G5 minoritario de Lloréns y Garavito, no cuenta más que lo que su puñado de paleros escribe en el OAU auspiciado por ellos mismos, en beneficio de sus intereses propios y los de su partido. No cuentan ni proyectos, ni resultados; no cuenta la opinión de todos los directores de las unidades académicas, a quienes ofenden al afirmar que son manipulados y manipulables; tampoco cuenta la opinión de la mayoría dentro de la Junta. Ni siquiera cuenta la experiencia histórica.

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